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A pesar de su ternura, los hámsters tienen una sorprendente capacidad para morir de maneras absurdas. Estas criaturas frágiles y curiosas a menudo se encuentran en situaciones ridículas y trágicas. Algunos mueren por ataques de estrés al escuchar ruidos fuertes o por infartos tras ser asustados. En su afán de escapar, pueden atraparse en los barrotes de su jaula o caer desde alturas pequeñas. Existen casos de hámsters que olvidan comer si la comida no está en su lugar habitual. También han muerto al intentar pasar por tubos estrechos o al morder cables eléctricos, y algunos han sucumbido al frío por la falta de conocimiento de sus dueños sobre su hibernación.